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El hada brujo era el mago electo de la Corte Real de Yaboa, el segundo cargo más Alto. Solo la Protectora del Sendero del Bosque, de cuyos amores pretendía el hada y a quien amaba y protegía con todo su ser, tenía más responsabilidad que Él. El hada tenía la obligación de asistir a la Reina en cualquier función donde su toque orgánico podía servir para catalizar transformaciones.
El acto por el que más se le reconocía era su habilidad de transformar las plantas, dándoles vida nueva. Su especialidad era la de adornar una planta de flores con el simple acto de soplarle un tibio beso. La cantidad de Flores resultantes dependian del anhelo que habrían inspirado en El los coqueteos de la planta, en su afán de ganarse su atención.
Así pues, el vivía una existencia mística, oculto entre las plantas del Bosque, deseado y deseando, ligado íntimamente a la continuación de los ritmos de fecundidad de la Quebrada.
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